El desafío del hambre:
El planeta podría proporcionar a cada cual la ración de alimentos que necesita.
Para
responder al desafío del hambre, es preciso ante todo enfocar sus
numerosos aspectos y sus verdaderas causas, pero las realidades del
hambre y la malnutrición no se conocen todas de forma precisa. No
obstante, algunas causas importantes han sido identificadas. En primer
lugar se presentan los motivos de esta iniciativa; y luego las causas
principales de esa plaga.
Un escándalo que ha durado demasiado: el hambre destruye la vida
No
hay que confundir el hambre con la malnutrición. El hambre es una
amenaza, no sólo para la vida de las personas, sino también para su
dignidad. Una carencia grave y prolongada de alimentos provoca el
deterioro del organismo, apatía, pérdida del sentido social,
indiferencia y a veces incluso crueldad hacia los más débiles, niños y
ancianos en particular. Grupos enteros se ven condenados a morir en la
degradación. Esta tragedia, desafortunadamente, se repite en el
transcurso de la historia; sin embargo, hay conciencia, más que en otros
tiempos, que el hambre constituye un escándalo.
Hasta
el siglo XIX, las oleadas de hambre que diezmaban a enteras poblaciones
procedían, por lo general, de causas naturales. Hoy día están más
circunscritas y en la mayoría de los casos son producto del
comportamiento humano. Es suficiente mencionar algunas regiones o países
para convencerse de ello: Etiopía, Camboya, Ex Yugoslavia, Ruanda,
Haití... En una época en la que el hombre, mucho más que antes, tiene la
posibilidad de afrontar el hambre, esas situaciones constituyen una
verdadera deshonra para la humanidad.
La malnutrición compromete el presente y el porvenir de una población: Los
grandes esfuerzos desplegados han dado frutos; hay que tener en cuenta,
sin embargo, que la malnutrición está más difundida que el hambre y
asume formas muy distintas. Es posible estar malnutridos sin tener
hambre. El organismo no deja por esto de perder sus potencialidades
físicas, intelectuales y sociales. La malnutrición puede ser
cualitativa, debido a una dieta mal equilibrada (por exceso o por
carencia). Con frecuencia es también cuantitativa y llega a ser aguda en
tiempo de carestía. Algunos la llaman entonces desnutrición o
subalimentación. La malnutrición estimula la difusión y las
consecuencias de algunas enfermedades infecciosas y endémicas y aumenta
la tasa de mortalidad, en especial en los niños de menos de cinco años
de edad.
Principales víctimas: las poblaciones más vulnerables:
Los
pobres son las primeras víctimas de la malnutrición y del hambre en el
mundo. Ser pobre significa, casi siempre, verse más fácilmente atacado
por los numerosos peligros que comprometen la supervivencia y tener una
menor resistencia a las enfermedades físicas. A partir de los años 80,
este fenómeno se ha ido agravando y amenaza a un número creciente de
personas en la mayoría de los países. En medio de una población pobre,
las primeras víctimas son siempre los individuos más frágiles: niños,
mujeres embarazadas o que amamantan, enfermos y ancianos. Hay que
señalar también otros grupos humanos en gran peligro de deficiencia
nutricional: las personas refugiadas; las que se han desplazado en sus
propios países; las víctimas de acontecimientos políticos.
El
punto máximo de escasez alimentaria, hay que buscarlo en los cuarenta y
dos países menos avanzados (PMA), de los cuales veintiocho están en
África. « Unos 780 millones de habitantes de los países en desarrollo
—el 20% de su población— no tienen todavía acceso a alimentos
suficientes para satisfacer las necesidades básicas diarias a fin de
lograr el bienestar nutricional »
El hambre engendra el hambre:
En
los países en desarrollo, no es raro que las poblaciones que viven de
una agricultura de subsistencia con rendimiento muy bajo, padezcan el
hambre en el intervalo entre dos cosechas. Si las cosechas anteriores ya
han sido malas, puede sobrevenir la carestía y provocar una fase aguda
de malnutrición que debilitará los organismos y los pondrá en peligro en
el momento preciso en que serían necesarias todas las fuerzas para
preparar la cosecha siguiente. La carestía compromete el porvenir: se
comen las semillas, se roban los recursos naturales, se acelera la
erosión, la degradación o la desertificación de los suelos.
Fuera
de la distinción entre hambre (o carestía) y malnutrición, hay que
mencionar la inseguridad alimentaria como un tercer tipo de situación
cuya consecuencia es provocar el hambre o la malnutrición, pues impide
planificar y emprender trabajos a largo plazo para promover y lograr un
desarrollo sostenible.
Causas reconocibles:
Los
factores climáticos y los cataclismos de todo tipo, por importantes que
sean, están muy lejos de ser las únicas causas del hambre y la
malnutrición. Para comprender bien el problema del hambre, conviene
considerar todo el conjunto de las causas, coyunturales o durables, así
como su interrelación. Veamos las principales, agrupándolas según las
categorías acostumbradas: económicas, socio-culturales y políticas.